La Amazonía peruana ha recibido un importante impulso verde: las empresas privadas han logrado reforestar 40 mil hectáreas, según datos recientes de la Asociación de Exportadores (ADEX). Esta cifra, aunque alentadora, representa solo una fracción del potencial que tiene el país.
De acuerdo con el gremio, la reforestación de un millón de hectáreas degradadas podría generar envíos por más de US$ 1,500 millones en madera y sus derivados en un plazo de 20 años. Pero el impacto no es solo económico: se estima que esta actividad sostenible podría crear más de 400 mil empleos directos, indirectos e inducidos en sectores como la silvicultura, la cosecha forestal, la industria maderera y servicios conexos.
El proceso de reforestación, además de recuperar suelos dañados por la agricultura migratoria, contribuye a mitigar los efectos del cambio climático. En esa línea, ADEX ha propuesto fortalecer el saneamiento y titulación de tierras, establecer bancos de semillas forestales de alta calidad genética y promover la restauración ecológica con especies nativas.
Mientras otros países de la región, como Chile, ya superan los 3 millones de hectáreas reforestadas, Perú tiene la oportunidad de avanzar con fuerza si se articula el esfuerzo público y privado.
La reforestación no es solo una opción ambiental. Es una vía concreta hacia el desarrollo sostenible, la descentralización económica y la lucha contra la pobreza rural.

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