Perú ha logrado consolidarse como un actor importante en la industria avícola de América Latina, alcanzando una producción anual de 1,7 millones de toneladas de carne de pollo, lo que lo ubica como el cuarto mayor productor de la región, de acuerdo con datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Este crecimiento sostenido se debe a una industria avícola sólida y bien desarrollada, que ha permitido garantizar el abastecimiento constante del mercado interno y mantener precios accesibles para los consumidores.

A nivel continental, Brasil continúa siendo el líder indiscutible, con una producción anual de 14,6 millones de toneladas, lo que también lo posiciona como el tercer mayor productor mundial. A pesar de la diferencia en escala, el caso peruano destaca por la estabilidad de su mercado y la fuerte demanda interna, elementos que han reforzado el lugar del pollo como la principal fuente de proteína animal en el país.
Uno de los factores clave en este fenómeno es el alto consumo per cápita de carne de pollo en Perú, uno de los más elevados de América Latina. Esta preferencia se explica principalmente por su accesibilidad económica, su valor nutricional y su gran versatilidad en la cocina peruana. El pollo ha logrado convertirse en un ingrediente esencial en la dieta diaria de millones de peruanos.

En este contexto, el pollo a la brasa merece una mención especial. Este plato icónico no solo es uno de los favoritos a nivel nacional, sino que también ha sido un motor importante en la dinamización de la economía local. Su popularidad ha impulsado negocios gastronómicos en todo el país, generando empleo y promoviendo el consumo de insumos nacionales, como la papa. Su importancia cultural es tal que cuenta con una celebración propia: el Día del Pollo a la Brasa, una fecha que rinde homenaje a su impacto culinario y social.
Finalmente, el sector avícola peruano continúa en un proceso de modernización y expansión, con el objetivo de mejorar su competitividad regional y responder a la creciente demanda interna. Este dinamismo reafirma el papel del pollo no solo como un alimento básico, sino también como un símbolo del arraigo cultural y gastronómico del país.

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